El edificio se sitúa dentro de un solar en esquina, que tiene la mayor parte de su superficie en el ámbito de la calle Sardenya. Un 50% de límite con la finca vecina de Gran Via es una medianera ciega y, sólo a partir de la fachada posterior de esta edificación, es posible abrir piezas del nuevo edificio hacia el patio interior de la manzana.

En esta situación, parece que sólo hay la opción de abrir patios interiores y distribuir las viviendas en forma de corona sobre estos patios. Esto implica un mínimo de dos escaleras y unas ciertas dificultades tipológicas ya que aparecen viviendas con piezas geométricamente irregulares.

En el proyecto las dificultades del encaje tipológico de las viviendas se resuelve situando el patio normativo justo en el chaflán, bajo el control, sin embargo, de unas terrazas que resiguen el perímetro de la esquina y que filtran el paso de las vistas y de la luz, con una sucesión de capas, con diferentes paramentos verticales de vidrio y paneles móviles de lamas de aluminio lacado, dando visiones inéditas de dentro a fuera y al revés reforzando la alineación histórica en el chaflán y aligerando la masa del edificio y, consiguiendo mantener el papel histórico del chaflán sin renunciar a los requerimientos del tiempo arquitectónico que le toca.